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Una reflexión sobre el impuesto a las ganancias

 

El impuesto a las ganancias se trata de un tributo que pagan tanto las empresas -al obtener un beneficio económico como consecuencia del capital que haya invertido en un negocio- como las personas físicas que reciben un salario mínimo de dinero por mes, y se calcula en proporción a sus ingresos. Es decir, se trata de un impuesto progresivo que en otras palabras resuelve que “el que más tiene, más paga”. Se espera que éste, como otros impuestos, sirvan para subsidiar aquello a lo que los estados se comprometieron a pagar; servicios sanitarios, educación, el bienestar de los desempleados y los ancianos y seguridad pública, por ejemplo. Es por esta razón, por la cual este impuesto no puede suprimirse totalmente ni así de fácil, sin antes, buscar otra alternativa justa, para recaudar dinero suficiente.

 

La idea de un impuesto progresivo para las personas con mayores ingresos fue tomada de los revolucionarios franceses del siglo XVIII. Fue Maximilien Robespierre quien en el año 1793 dijo: “los ciudadanos cuyas rentas no excedan lo necesario de su subsistencia, deben ser dispensados de contribuir a los gastos públicos. Los otros deben soportarlos progresivamente según la magnitud de su fortuna”. En Argentina, el cobro del mismo comenzó en 1932, y luego se vio modificada en 1974 por el gobierno de Juan Domingo Perón, que dividió el impuesto en cuatro categorías diferentes, incluyendo la "renta al trabajo personal",

 

En la actualidad, para calcular quienes deben pagarlo, primero se determina la ganancia bruta de la persona, que es la suma de todos los ingresos anuales brutos (sueldo, aguinaldo, vacaciones, horas extras, gratificaciones, entre otros). A esa ganancia bruta, se le restan las deducciones obligatorias (jubilación, obra social, y PAMI). Luego se aplican los descuentos permitidos (seguro de vida, empleada doméstica, honorarios médicos, etcétera). Así se obtiene la ganancia neta acumulada. A ese parcial, a su vez, se le deben aplicar las deducciones personales por cargas de familia (cónyuge, hijo u otro familiar a cargo).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De hecho, impuestos de este tipo son cobrados en países de todo el mundo, siendo la tasa del Impuesto a las Ganancias que se tributa en nuestro país una de las más bajas. En este sentido, la Agencia de Noticias TELAM destacó que en la Argentina "la alícuota más alta del impuesto a las Ganancias es de 35% anual sobre el excedente del mínimo no imponible, cuando en Francia representa el 38,4%; en Chile, el 39,7%; en Italia, 40,8%; en Estados Unidos, 41,7%; en España, 45%; en Alemania, 47,5%; en Gran Bretaña, 50%, según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)".

 

Entonces, ¿qué reclaman los trabajadores argentinos? ¿Por qué este impuesto está sujeto a debates y reclamos constantes?

El principal problema se encuentra en los valores actuales del mínimo no imponible. Según el artículo 94 de la ley que rige el impuesto, al “(…) determinar la ganancia neta imponible, deberán deducir o incorporar al resultado impositivo del ejercicio que se liquida, el ajuste por inflación que se obtenga (…)”. Es decir, que lo que se reclama es que al aumentar los precios, debido a la inflación, y por consecuente los sueldos, también debería subir el mínimo no imponible de este tributo.

 

Esto genera polémica entre la oposición a la cual pertenece por ejemplo, Mauricio Macri que asegura que “el impuesto a las ganancias se transformó en una estafa por la inflación”. O Hugo Yasky, titular de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), quien dice que "No es lógico que haya paritarias con un 30% de aumento y no se eleve el mínimo. Así se diluye el aumento”, haciendo referencia al aumento de los sueldos que no es proporcional al aumento del mínimo imponible y asegurando que el impuesto perdió sus principios de progresividad y trato equitativo ya que su peso sobre los salarios alcanzados no deja de crecer.

 

Por otro lado, el intendente de Tigre, Sergio Massa asegura que "es un impuesto que nació para la ganancia, pero el salario no es ganancia, es remuneración. La ganancia está gravada, la remuneración no puede estarlo”. Otros representantes de la oposición como Gabriela Michetti y Francisco de Narváez también sostienen la misma postura sobre el tema. Hugo Moyano, uno de los impulsores del paro del 31 de marzo, afirma al respecto que “lo que está haciendo la presidenta es una injusticia muy grande” ya que “el salario no es una ganancia, sino es para alimentar a la familia del trabajador humilde”.

 

Por estas razones, se cree que el impuesto a las ganancias está alcanzando cada vez a más gente, convirtiéndose en un impuesto no solo para los más ricos sino también para muchos trabajadores que cobran por lo menos 15.000 pesos brutos mensuales. El oficialismo en cambio considera que el mínimo está actualizado, ya que fue ajustado hace 2 años en 2013, y sigue siendo un impuesto que afecta a la minoría de la población. Así lo afirma Axel Kiciloff, Ministro de Economía de la Nación: “los que pagan impuesto a las Ganancias son el 10% de todos los trabajadores argentinos, o sea son 850.000 personas de una fuerza de trabajo de 11 millones".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También es cierto que el impuesto a las ganancias es el que mayores ingresos genera al Estado, y este dinero es utilizado por el Anses para subsidios, asignaciones, jubilaciones, obras públicas y también es dinero que se reinvierte para las provincias que tienen a su cargo la educación y la salud pública entre otras cosas. Esto último también genera debate, ya que hay quienes afirman que los servicios públicos que brinda el estado no son comparables con los de los países desarrollados en cantidad y calidad, más allá de la cantidad de impuestos que tribute la población.

 

Visualizando el panorama de la situación en forma completa y dual, podemos plantear los siguientes interrogantes: ¿es equitativo este impuesto? ¿Y equitativo?  ¿Deberían otros impuestos serlo? ¿Este impuesto debe ser suprimido? ¿O tan solo debe aumentarse el mínimo no imponible para que afecte a una minoría adinerada? ¿Es un ingreso muy necesario para el Estado? En etse caso, ¿el Estado se vería obligado a mejorar los servicios que brinda? ¿El salario es una ganancia?

 

En fin, en medio de la discusión sobre qué es justo o injusto, o útil, y mientras el gobierno se niega a negociar con los representantes de los trabajadores, el jefe de la UTA, Roberto Fernández, asegura: "Lamentablemente, se viene otro paro”…

 

Si te interesa esta temática, podés visitar:

 

http://www.lanacion.com.ar/1789883-como-queda-el-impuesto-a-las-ganancias-segun-su-salario

 

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